Cuando realizamos alguna práctica deportiva, nuestro corazón oscila entre una frecuencia mínima, que suele coincidir con el descanso y una máxima que debe coincidir con el mayor pico de esfuerzo. Cuando un deportista entrena en variabilidad cardiaca, la frecuencia mínima se alcanza al final de la espiración y la máxima al final de la inspiración obteniendo un parámetro llamado HR max-HR min que sería la resta de ambos valores.
La amplitud de este rango nos informa de la capacidad física del deportista ya que valores pequeños significarían capacidad baja (como si la caja de cambios de un coche tuviera una sola marcha) y valores altos nos informa da altas capacidades físicas (como si la caja de cambios del coche tuviera 6 marchas).
Cuando el deportista necesita mandar sangre y oxígeno a su musculatura en un esfuerzo físico, podrá hacerlo más eficazmente cuanto mayor sea su rango. En deportistas de élite este rango suele estar en torno a los 50 latidos, en una persona adulta sedentaria en torno a 10. Con el entrenamiento en biofeedback de variabilidad cardíaca, dicho rango irá aumentando ya que la capacidad cardiovascular del deportista mejora a raíz de dicha práctica y podrá afrontar de manera más óptima las demandas de la alta competición.