ONDAS CEREBRALES 1. TRASTORNOS ADICTIVOS - Psicologo Córdoba Luis Alonso Echagüe 07/11/2017

Cuando recibimos en consulta a un paciente que demanda ayuda referente a un trastorno adictivo, generalmente nos encontraremos a una persona que ha estado expuesto durante un tiempo suficiente ( dependerá de la vulnerabilidad del individuo ) a una sustancia o hábito tóxico y que ésta habrá producido alteraciones a nivel físico, social, familiar…

Las diferentes áreas deficitarias nos marcarán las distintas líneas de intervención a seguir en el proceso terapéutico. Pero en una terapia multidisciplinar proyectada a contextos externos no debemos olvidar la parte interna del paciente demandante.

En los trastornos adictivos, si abrimos una ventana al interior y miramos al cerebro del paciente nos encontraremos con alteraciones objetivas como consecuencia de la exposición al tóxico.

Cuando el cerebro ha estado sometido a agentes externos ( alcohol, cocaína, THC,..) que han alterado su actividad eléctrica fisiológica y éstos han permanecido constantes en el tiempo, esa actividad puede sufrir una modificación, que en ocasiones puede pasar a convertirse en un proceso crónico irreversible.

Cuando evaluamos a un paciente con un desorden adictivo explorando sus ondas cerebrales nos encontramos, en el caso del alcohol, con una actividad alfa disminuida que puede ser indicativo de daño cerebral crónico. El paciente pierde la capacidad de estar tranquilo en situaciones que lo requieren. El trabajo y entrenamiento en aumentar este tipo de ondas nos llevará al diagnóstico diferencial de sobreactivación secundaria a la conducta de abuso o de daño cerebral. La propia sobreactivación hará que el sujeto utilice la sustancia de abuso como un desactivador para disminuir ese estado en el que se encuentra y por tanto las posibilidades de salir de la adicción se convierten en escasas y quedará atrapado en su problema.

También observaremos exceso de ondas beta que puede ser consecuencia de una hiperexcitabilidad cortical secundaria al consumo de la sustancia de abuso. Estar sometido de forma continuada a esta situación generará una intolerancia en la persona que le hará persistir en la adicción. La prevalencia de ondas beta hará que el paciente sea más rumiativo, le dé más vueltas a todo y que negocie de forma incansable con su problema ( “bueno yo creo que una sola cerveza si podría tomar, ya lo he hecho otras veces, todos lo están haciendo, no creo que me pase nada, tampoco es para tanto, no se va a enterar nadie…). El entrenamiento en disminuir este tipo de ondas ayudará al paciente a ser menos negociador y recuperar su actividad cortical ejecutiva.

A veces, la gran ventana que nos abre la exploración de ondas cerebrales, nos hace encontrar en el proceso de evaluación que tras un trastorno adictivo hay un problema de impulsividad o un TDAH no diagnosticado o una depresión encubierta, u otros desórdenes que harán que planifiquemos la intervención más adecuada al paciente pues no será igual el tratamiento de una adicción para una persona con escaso control inhibitorio que con un cuadro crónico de estrés.