Ya tengo todo perfectamente ordenado, esto con esto, lo pequeño con lo pequeño, lo rojo con lo rojo, lo negro con lo negro. Repasado por décima vez, preparado y controlado, o eso creo, tal como yo quería. He vuelto a repetir las mismas manías porque me traen suerte y porque no hacerlas me hace sentir nervioso. He evitado hacerlo de cualquier otra manera pues me siento mal sino sigo mi orden. Tendré que ir por el mismo sitio y acompañado de la misma persona que en ocasiones pienso que puede estar algo cansada de mí.
Contaré el número de pasos que doy mientras camino y llevaré la misma camiseta y las mismas gafas de sol y la misma colonia, la que me trae suerte. Estoy más tranquilo pues llevo en mi bolsillo el ansiolítico por si hiciera falta. Sé que en pocas ocasiones lo he utilizado pero necesito llevarlo por eso también lo tengo en mi mochila, en la mesa de mi despacho, en la guantera del coche, en casa de mis padres… Sé lo que puedo tocar y lo que debo evitar, porqué calle ir y cuál evitar, bajo ningún concepto el bus o el metro o el coche. Cuando salga a la calle abriré la puerta con el pie y contaré hacia atrás desde el número 100 y siempre con la botella de agua en la mano por si hiciera falta. Volveré a comprobar que no se han borrado de mi agenda los números de las personas que necesitaría llamar en caso de que me ocurriera algo. También volveré a repasar hasta cinco veces….
Después de muchas horas invertidas en todo este proceso diario y de mucho esfuerzo, decido dar el paso adelante y me arranco y es ahí cuando observo y me doy cuenta para qué me sirvió porque, como un resorte, aparece esa pregunta que me lleva acompañando durante tanto tiempo y que tan limitada está haciendo mi vida:
¿Y SI…no he repasado el número adecuada de veces y olvidé cerrar la puerta? ¿Y si….me llegara a pasar algo y no hay nadie que me pueda ayudar? ¿Y si … hubiera mucha gente y me pasara algo pensarían que estoy loco? ¿Y si debería de haber contado hasta 150 en vez de 100? ¿Y si piso alguna alcantarilla y le pasa algo a mi sobrino? ¿Y si me he contagiado al no limpiar tres veces debajo del agua la botella que llevo en mi mano? ¿Y si me pasara algo ahora podría escapar rápidamente? ¿Y si la gente se está dando cuenta de lo mal que me encuentro? ¿Y si mi madre ha enfermado porque yo aquel día no lo dejé todo ordenado?
¿Y SI…? La llave que abre la puerta de la duda, del miedo, de la inseguridad, de la angustia, del territorio hostil en el que se ha transformado mi vida.
Contenido redactado por el Dr. Luis Alonso Echagüe, psicólogo en Córdoba especialista en psicología clínica, deportiva, infantil/juvenil y neuroterapias.